Los colores de la nebulosa de los tres lóbulos (Trífida)

 




La Nebulosa Trífida.

Un nombre hermoso, ¿no crees?

Trífida… como una flor cósmica, dividida en tres pétalos oscuros.


Pero lo que ves —esa belleza nebulosa—

es solo la piel brillante de una historia mucho más violenta.


Hoy quiero hablarte de un encuentro…

de una colisión…

de una batalla cósmica que, en lugar de destruir, creó.

Creó una estrella.

Una estrella tan poderosa que baña toda esa nebulosa con su luz.

Una estrella tipo O…

gigantesca, breve, intensa.

Una especie de supernova en espera.


Todo comenzó con dos nubes.

No nubes de agua, como las nuestras…

sino colosales nubes moleculares, cargadas de hidrógeno, polvo y potencial.

Una de ellas se movía a -2 km por segundo.

La otra, a -9 km por segundo.

Velocidades modestas a escala galáctica…

pero cuando se trata de masas tan grandes, la energía es inmensa.


Estas dos nubes no solo se cruzaron.

Se encontraron.

Y en ese encuentro, como dos masas de barro que chocan y se deforman,

surgió algo nuevo.


Los telescopios Mopra y ASTE nos permitieron ver lo que antes era invisible.

Mapearon los rastros de ese choque.

Vieron cómo una nube parecía encajar perfectamente en el hueco de la otra.

Como si fueran piezas de un rompecabezas cósmico.

Y entre ellas…

apareció un puente.


Un puente invisible a nuestros ojos,

pero visible en las velocidades del gas:

tres estructuras turbulentas que conectan ambas nubes,

como hilos de humo entre dos fuegos.


Ese "puente" no es solo un fenómeno curioso.

Es la evidencia del impacto.

Del momento en que las dos nubes se desgarraron mutuamente…

y en esa fricción, comprimieron gas, formaron grumos,

crearon las condiciones para algo extraordinario:

la formación de una estrella masiva.


Una estrella O.

Una de las más raras y luminosas del universo.

En M20, solo hay una.

Y esta investigación sugiere que no surgió por azar,

ni por evolución lenta…

sino por un evento explosivo,

rápido,

casi violento.


Lo fascinante es que las simulaciones numéricas,

como las de Takahira y Haworth,

predijeron esto.

Predijeron los puentes de gas,

la forma en que se incrustan las nubes una en otra,

el patrón exacto de una colisión generadora de estrellas.

Y ahora… lo vimos.

En la realidad.

En M20.


La Nebulosa Trífida no solo es hermosa.

Es un fósil viviente de un choque celeste.

Un eco de un encuentro brutal entre dos titanes de gas…

que dio vida a una estrella.


Y como toda estrella masiva,

no vivirá mucho.

Pero en su corta existencia,

irradiará energía, formará sistemas,

y quizás…

sembrará nuevas semillas de vida.


Me gusta pensar que en el universo,

a veces el conflicto no destruye.

A veces, el choque es la chispa.


Y si eso es cierto allá afuera,

¿no podría también ser cierto aquí?


Referencia:Torii, K., Hattori, Y., Hasegawa, K., Ohama, A., Haworth, T. J., Shima, K., Habe, A., Tachihara, K., Mizuno, N., Onishi, T., Mizuno, A., & Fukui, Y. (2017). Triggered O star formation in M20 via cloud–cloud collision: Comparisons between high-resolution CO observations and simulations. The Astrophysical Journal, 835(2), 142. https://doi.org/10.3847/1538-4357/835/2/142



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