La llamamos Messier 63, aunque muchos la conocen por un nombre más evocador: la Galaxia del Girasol.
Pero no te dejes engañar por la dulzura de ese nombre.
Esta galaxia no es una flor ordenada que sigue al Sol con obediencia heliotrópica.
No. M63 es un torbellino estelar con alma de tempestad.
Sus brazos espirales no giran como los de una bailarina en plena pirueta.
Se fragmentan. Se retuercen. Se deshilachan como jirones de gas y estrellas,
desobedeciendo la simetría que uno esperaría en una galaxia bien educada.
Por eso, los astrónomos la clasifican como una galaxia floculenta:
una galaxia de espirales rotos.
De esas que parecen garabateadas por el universo con la mano izquierda.
Y sin embargo… cuando la miramos en luz infrarroja,
la historia cambia por completo.
Como si le quitáramos una máscara, la Galaxia del Girasol revela una sorpresa:
dos brazos simétricos, envolviendo su núcleo con elegancia inesperada.
¿Cómo puede ser que en el visible veamos caos,
y en el infrarrojo, armonía?
Para comprenderlo, debemos mirar hacia atrás.
Hacia un pasado que no fue tranquilo.
Los astrónomos creen que M63 vivió una etapa de inestabilidad violenta.
Tal vez colisionó con otra galaxia.
Tal vez un agujero negro supermasivo agitó su centro como una cuchara cósmica.
Lo cierto es que aquella tormenta de fuerzas deformó su disco,
dispersó su gas,
y pudo haber intentado formar una barra…
esa estructura recta que tantas galaxias espirales poseen.
Pero en M63, la barra no sobrevivió.
Se deshizo antes de consolidarse,
dejando tras de sí un rastro de estrellas sin brújula.
Después vino la calma.
Las nubes de gas, ya menos densas,
se asentaron en fragmentos.
Y aunque el caos dejó cicatrices,
esas cicatrices hoy brillan.
Porque en sus brazos rotos aún nacen estrellas.
En las costuras del desorden,
el universo sigue creando belleza.
M63 nos recuerda que no toda simetría nace del orden…
y que incluso en el caos,
puede haber una lógica más profunda,
una danza que no entendemos todavía.
Quizá, en la próxima noche clara,
cuando mires el cielo
y pienses en galaxias que giran como remolinos perfectos…
recuerdes que allá afuera,
también hay girasoles que florecen torcidos.
Y que incluso ellos,
giran hacia la luz.
🌌 Astrometáfora
Hay galaxias que no recuerdan su forma.
Se dispersan como si algo en su interior se hubiese roto antes de tiempo.
Pero incluso en sus fragmentos, las estrellas siguen naciendo.
Como si el universo susurrara:
“Y eso basta para seguir girando”.
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