La Nebulosa de Orión y el nacimiento de nuevos mundos


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Bajo las estrellas mirando a unos 1350 años luz de nuestro planeta, se encuentra un lugar de nacimiento de estrellas: la Nebulosa de Orión.  Es la región de formación de estrellas masivas más cercana a nosotros La Nebulosa de Orión forma parte de una estructura aún más grande llamada Complejo de Orión,  un inmenso espacio de gas y polvo que alberga numerosas nubes moleculares, cúmulos estelares jóvenes y regiones H II.  

Imaginemos el Complejo de Orión como una gran ciudad estelar, donde cada barrio tiene su propia personalidad. En un estudio reciente, Kounkel y su equipo lograron identificar varios grupos de estrellas jóvenes en Orión, con edades entre 1 y 12 millones de años. Cada grupo habita en su propio "barrio" dentro de este complejo estelar y tiene características especiales:

Orión A: Es el centro de esta ciudad cósmica, con la Nebulosa de Orión como su punto principal. Un lugar lleno de estrellas jóvenes y nubes densas de gas y polvo.
Orión B: Otro barrio en plena actividad, aunque menos denso que Orión A, hogar de cúmulos como NGC 2024 y NGC 2068.
Orión C: Un barrio más antiguo, donde ya no queda mucho gas ni polvo. El cúmulo σ Ori se eleva como un "rascacielos" en esta zona.
Orión D: Este es un vecindario en expansión, donde las estrellas están en constante alejamiento unas de otras.
λ Ori: Un barrio peculiar que se dispersa radialmente debido a una antigua explosión de supernova, como una "bomba" que hizo que sus estrellas se dispersaran.

Cada barrio tiene propiedades distintas. Algunos están más cerca de la Tierra que otros, como Orión D, a solo 1141 años luz, mientras que Orión B está a 1328 años luz. Además, sus estrellas tienen movimientos únicos; algunos se alejan, otros se acercan o se agrupan.

Dentro de este complejo, dos regiones destacan por su alta actividad de formación estelar: las nubes moleculares Orión A y Orión B. En estas zonas, los astrónomos han centrado el estudio VANAM, cuyo objetivo es observar los discos protoplanetarios, esos remolinos de gas y polvo que giran alrededor de las estrellas jóvenes, formando los ingredientes para futuros planetas, quizás como el nuestro.

Imagina una estrella recién nacida en el corazón de Orión A o B. A su alrededor, un disco de gas y polvo gira constantemente. Es en este disco donde el material comienza a aglutinarse, chocando y fusionándose, para formar los bloques de construcción de nuevos planetas.

El estudio VANDAM, con telescopios potentes como ALMA y VLA, actuó como unos ojos gigantes mirando estos discos alrededor de 328 estrellas en Orión A y B. Los resultados fueron asombrosos: el 87% de las estrellas jóvenes observadas tenían discos protoplanetarios, lo que sugiere que la creación de planetas es un fenómeno común en el universo.

Sin embargo, no todos los discos son iguales. Los astrónomos notaron que los discos más jóvenes, alrededor de estrellas de Clase 0, son más grandes y tienen más polvo en comparación con los discos que rodean a estrellas Clase I, un poco más maduras. Parece que, a medida que la estrella crece, su disco se encoge, como si la estrella estuviera "consumiendo" el material para su propio desarrollo.

La Nebulosa de Orión influye de manera importante en estos procesos. Con su intensa radiación ultravioleta de estrellas masivas, afecta el entorno de los discos protoplanetarios. Esta radiación puede "fotoevaporar" el gas y el polvo, disminuyendo la masa y el tamaño de los discos, y, en consecuencia, influyendo en la formación de planetas.

Para entender cómo nace un disco protoplanetario, volvamos al principio. Imaginemos una nube inmensa de gas y polvo flotando en el espacio. Esta nube, mayor que nuestro sistema solar, comienza a unirse debido a la gravedad, esa fuerza invisible que mantiene nuestros pies en la Tierra. Al condensarse, el material comienza a girar, similar a un patinador que recoge los brazos para aumentar su velocidad.

En el centro de esta rotación, el material se compacta y nace una nueva estrella. A su alrededor, el gas y el polvo se aplanan y forman el disco protoplanetario.

¿Y qué sucede con el polvo en ese disco? Las partículas de polvo colisionan y se pegan, formando pequeños granos que, con el tiempo, se convierten en rocas más grandes, llamadas planetesimales. Estas rocas continúan creciendo y atrayendo más material, hasta que finalmente se transforman en planetas.

Así es como, desde la Nebulosa de Orión, el universo nos muestra su increíble capacidad para crear mundos. En estos discos de gas y polvo, girando alrededor de estrellas jóvenes, se encuentran los ingredientes que, un día, podrían dar lugar a planetas como la Tierra.


Referencias
●Kounkel, M., Covey, K., Suárez, G., Román-Zúñiga, C., Hernandez, J., Stassun, K., ... & Pan, K. (2018). APOGEE-2 young star survey toward Orion: 6D structure and kinematics of young stellar populations. The Astronomical Journal, 156(2), 84.
● Tobin, J. J., Sheehan, P. D., Megeath, S. T., Offner, S. S., Anglada, G., Furlan, E., ... & Watson, D. M. (2020). The VLA/ALMA nascent disk and multiplicity (VANDAM) survey of Orion protostars. I. A statistical characterization of Class 0 and I protostellar disks. The Astrophysical Journal, 890(2), 130.



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