Tycho no es un cráter cualquiera. Es el más joven de los grandes cráteres visibles desde la Tierra. ¿Su edad? Apenas 108 millones de años. Para ponerlo en perspectiva, mientras Tycho se formaba, los dinosaurios aún caminaban sobre la Tierra.
La historia de Tycho comienza con un asteroide viajando a gran velocidad, posiblemente a más de 10 kilómetros por segundo. Cuando impactó contra la Luna, no fue simplemente un choque: fue una explosión descomunal. La energía liberada fundió roca lunar, creó montañas y lanzó material hasta 1.500 kilómetros de distancia. Esas líneas que observas, llamadas rayos lunares, son los residuos brillantes de aquel impacto: un sistema radial tan extenso que se puede distinguir a simple vista en noches despejadas.
¿Por qué son tan brillantes? La respuesta está en la juventud de Tycho. Con el paso del tiempo, los materiales eyectados por los impactos tienden a oscurecerse debido a la radiación solar. Sin embargo, las rocas y el polvo expulsados por el impacto que dio origen a Tycho aún se conservan frescos, como si apenas hubieran comenzado a envejecer.
Si pudiéramos acercarnos al cráter de 85 km de diámetro, seríamos testigos de una estructura caracterizada por escalones gigantes formados por el colapso de sus paredes tras el impacto. Estas terrazas descienden abruptamente hasta el fondo del cráter.
En el centro de Tycho se alza un pico central, una montaña formada por el rebote de la roca fundida tras el impacto. Este pico alcanza 1,6 kilómetros de altura, como si la Luna intentara recuperar el equilibrio después de un golpe tan colosal.
Observaciones realizadas con infrarrojos durante eclipses lunares han revelado que Tycho no solo brilla visualmente, sino que también se enfría más lentamente que otras regiones de la Luna. ¿Por qué ocurre esto? La respuesta está en los materiales expulsados durante el impacto: rocas fundidas, polvo denso y minerales recién expuestos. Estos tienen una mayor capacidad para retener el calor por su menor porosidad y mayor densidad en comparación con el regolito más antiguo que los rodea.
De alguna manera, Tycho conserva parte de la energía del impacto, como un vestigio de aquel acontecimiento que transformó para siempre su entorno.
La próxima vez que mires la Luna llena, busca a Tycho. No es solo un cráter. Sus rayos brillantes cuentan la historia de un impacto violento que dejó huella en la superficie lunar.
En esas líneas brillantes que surcan el rostro de la Luna, podemos ver un recordatorio de cómo un acontecimiento catastrófico puede dejar un impacto duradero, tanto en el paisaje lunar como en nuestra memoria.
Gracias por acompañarme en este viaje lunar.
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