Imagina… que estás en la cima de una montaña solitaria.
Bajo un cielo negro… tachonado de estrellas.
Allí descansa un pequeño enjambre de soles.
Un cúmulo estelar llamado… NGC 2266.
Desde aquí, apenas es un puñado de puntos vibrantes.
Pero cada uno…
Cada uno es un astro con su propia historia.
Y juntos…
Juntos cuentan un relato que cuestiona nuestras categorías simples.
Las mismas con las que intentamos… ordenar el universo.
¿Qué es un cúmulo abierto?
Es una familia.
Una familia estelar.
Un grupo de estrellas que nacieron juntas… en el abrazo apretado de una nube de gas y polvo.
Al principio… están unidas. Como hermanos creciendo bajo un mismo techo.
Pero el tiempo… el tiempo es implacable.
Las dispersa.
Cada estrella sigue su propio camino… arrastrada por las corrientes invisibles que cruzan la galaxia.
Así ocurre con NGC 2266.
Pero este cúmulo… es especial.
Su hogar está en una región solitaria del cielo…
En dirección contraria al bullicioso centro de la Vía Láctea.
Como un viajero que prefiere la periferia… al corazón de la ciudad.
Y esa ubicación ya nos plantea un enigma:
¿Pertenece al disco delgado, donde nacen nuevas estrellas?
¿O es parte del disco grueso… una población más antigua y misteriosa?
Si pudiéramos acercarnos…
Veríamos un cúmulo compacto.
Un núcleo apretado… de estrellas centelleantes.
Brillan en tonos azulados… y rojizos.
Como joyas esparcidas sobre un terciopelo oscuro.
Y gracias a que hay poco polvo a su alrededor…
Sus luces nos llegan limpias.
Claras.
Ofreciéndonos una ventana directa… al pasado estelar.
Pero aquí… la observación se vuelve aún más intrigante.
Las estrellas de NGC 2266 tienen una firma química… que nos habla de antiguas explosiones.
Supernovas que sembraron el gas con metales pesados…
Antes de que el cúmulo naciera.
Y sin embargo… su metalicidad es baja.
Como si fueran hijos… de un linaje más antiguo.
¿Y qué edad tiene esta familia estelar?
Algunos dicen… mil doscientos millones de años.
Otros… apenas setecientos millones.
Esta diferencia… no es trivial.
Es como tratar de datar una civilización, observando sus monumentos desde lejos…
Con telescopios que miran… pero no siempre revelan todo.
Y aquí está el verdadero enigma:
NGC 2266 es más joven de lo que esperaríamos…
Para un cúmulo con tan poca riqueza metálica.
¿Cómo es posible?
Quizá nació de una nube que se enriqueció lentamente.
O quizá… vivió un evento cósmico.
Un rejuvenecimiento estelar…
Un soplo que alteró su población y dejó huellas…
Que apenas ahora… empezamos a descifrar.
Referencias
Reddy, A. B. S., Giridhar, S., & Lambert, D. L. (2013). Comprehensive abundance analysis of red giants in the open clusters NGC 2527, 2682, 2482, 2539, 2335, 2251 and 2266. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 431(3), 3338–3348. https://doi.org/10.1093/mnras/stt412
Carrera, R. (2012). Radial velocities and metallicities from infrared Ca II triplet spectroscopy of open clusters: Berkeley 26, Berkeley 70, NGC 1798, and NGC 2266. Astronomy & Astrophysics, 544, A109. https://doi.org/10.1051/0004-6361/201219625
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