CASO #M104: Crónicas de una galaxia sospechosa






 La conocemos como la Galaxia Sombrero, por esa franja oscura que la cruza y el bulbo que corona su silueta.

Se encuentra a 31 millones de años luz... pero parece flotar más cerca, como un espejismo perfecto en el cielo de Virgo.


A primera vista, es serena.

Pero si miramos más de cerca... descubrimos un escenario radicalmente distinto.

Uno donde la calma es solo fachada.


Porque en su núcleo, habita un agujero negro de mil millones de soles...

y alrededor de él, una coreografía de materia, luz y movimiento que apenas estamos empezando a descifrar.


M104 es lo que llamamos un núcleo galáctico activo...

pero de baja luminosidad.


¿Baja luminosidad?

Sí.

Porque en lugar de brillar con violencia, como los quásares,

este núcleo consume materia... con lentitud.

Con ineficiencia.

En un modo llamado ADAF: un flujo de acreción caliente, grueso, donde la energía queda atrapada.


Pero ese silencio... no es pasividad.


Desde las cercanías del horizonte de sucesos emerge un chorro.

Un delgado haz de partículas aceleradas a casi la velocidad de la luz.


Un chorro relativista.


Una exhalación cósmica que nos llega desde el mismísimo borde del abismo.


Para estudiarlo, necesitamos una herramienta fuera de escala.

Y la tenemos: el VLBA, una red de radiotelescopios repartidos por todo un continente.

Juntos, crean un único ojo... del tamaño de la Tierra.


Y con ese ojo, observamos a M104 en frecuencias de entre 12 y 88 GHz.

Y lo que vimos...


nos dejó sin palabras.


🎯 A 44 GHz, detectamos la base del chorro a solo 70 radios de Schwarzschild.

🎯 A 88 GHz... ¡25 radios!

Estamos viendo, literalmente, el umbral del agujero negro.


Y hay más.


Durante todo 2021, seguimos observando.

Tomando imágenes.

Midiendo cambios.


Y descubrimos que el chorro se mueve.


Lo hace hacia nosotros a una velocidad aparente de 0.20 veces la luz.

El contrachorro, en cambio, parece avanzar más despacio: solo 0.05c.


Esto no es un error.

Es relatividad en acción.


El ángulo del chorro con respecto a nuestra línea de visión distorsiona lo que percibimos.

Y gracias a ese efecto, pudimos reconstruir el ángulo real: unos 66 grados.


Es decir: el chorro no apunta hacia nosotros.

Lo vemos de lado.


Un hallazgo que nos permite reconstruir también la inclinación del toro de gas y polvo que rodea el núcleo.


Y aquí llega la sorpresa...


M104 fue clasificada como una galaxia tipo I: es decir, con visión frontal del núcleo.


Pero los datos nos dicen otra cosa:

vemos el toro de canto.

El núcleo está parcialmente oculto.


¿Entonces?

¿Es una tipo I disfrazada?

¿O es otra cosa?


Hay algo más.


Cuando observamos el núcleo a distintas frecuencias, esperábamos un patrón claro:

mayor frecuencia, menor tamaño.


Así se comportan los chorros autoabsorbidos.


Pero a 88 GHz... el patrón se rompe.


El núcleo deja de encogerse.

Como si, de pronto, viéramos otra cosa.


Y esa otra cosa... podría ser el propio flujo de acreción.

El ADAF.

La materia caliente y densa que cae hacia el agujero negro.


Los modelos indican que, a estas frecuencias milimétricas, el ADAF empieza a dominar la emisión.

Y el tamaño observado… coincide.


También medimos la temperatura de brillo.


Entre 12 y 44 GHz, es altísima: cerca del equilibrio entre partículas y campos magnéticos.

Pero a 88 GHz... cae.


Como si el núcleo cambiara de voz.

Como si el chorro cediera el micrófono al ADAF.


Y no es lo único que habla.


En el infrarrojo cercano, detectamos otro actor: un disco frío, truncado.

Uno que podría explicar un exceso térmico en longitudes de onda del micrómetro.


Así que ahí lo tenemos.


M104, la Galaxia Sombrero.

Con su apariencia impecable, casi inmutable.

Pero en su interior...


Un agujero negro.

Un chorro relativista.

Un flujo de acreción caliente.

Un disco frío.

Un toro de polvo.


Una orquesta entera tocando... en la misma partitura.


Y todo eso, apenas visible.

Apenas audible.

Como un gran susurro en la noche cósmica.


Porque M104 no necesita brillar para ser grandiosa.


Solo necesita ser…

escuchada.


🌌 Astrometáfora 


No todas las galaxias gritan.

Algunas, como M104, prefieren el arte de la insinuación.

Parecen silenciosas… pero basta afinar el oído cósmico

para escuchar cómo el agujero negro canta,

cómo el chorro silba a velocidades indecibles,

cómo el polvo murmura secretos de geometría y sombra.


En su disco de luz truncada,

en el núcleo que no encaja en su clasificación,

la Galaxia Sombrero se convier

te en un acertijo vestido de elegancia.


Porque a veces, el universo no habla alto.

Solo baja la voz…

para ver si estamos prestando atención.



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