Desde una galaxia olvidada algo nos habla... SDSS1335+0728



En un rincón modesto del cielo, donde el silencio había reinado durante más de veinte años…

algo despertó.


Su nombre no parece poético: SDSS J133519.91+072807.4.

Pero en su núcleo despertó un secreto.


Una calma aparente, un corazón oscuro, inactivo, que de pronto… comenzó a latir.


Desde diciembre de 2019, los instrumentos de la Tierra —atentos centinelas del cielo— comenzaron a captar algo inusual:

una explosión de luz en el espectro óptico, ultravioleta, infrarrojo… y más tarde, incluso rayos X.


La galaxia que había permanecido callada por décadas empezó a brillar.

Un faro repentino, inesperado.

Una historia nueva escrita en fotones.


¿Pero qué está ocurriendo realmente?

¿Es este el renacimiento de un agujero negro supermasivo de un millón y medio de soles,

despertando de un largo letargo para empezar a devorar materia como nunca antes?


¿O asistimos, acaso, a la última danza de una estrella,

desgarrada por la gravedad inhumana del mismo monstruo oscuro, en un fenómeno llamado “evento de disrupción por marea”?


Ambas posibilidades son extraordinarias.

Ambas son ventanas abiertas hacia lo invisible.


Los astrónomos la habían clasificado como una galaxia “compuesta”,

mezcla de actividad estelar y un núcleo apenas activo.

Un actor de reparto en el drama del cosmos.

Pero ahora… es protagonista.


Desde el Observatorio Zwicky en California, pasando por el telescopio Swift en órbita,

hasta los grandes ojos del VLT en Chile y el Keck en Hawái,

todos han girado sus lentes hacia esta fuente misteriosa.


El ultravioleta ha cuadruplicado su brillo.

El infrarrojo ha cambiado de color, como si el polvo mismo hubiera empezado a cantar.

Y en febrero de 2024, rayos X comenzaron a surgir de su núcleo.

Una señal inequívoca de violencia… o de transformación.


Si esto es el nacimiento de un núcleo activo —un AGN encendiéndose por primera vez—

sería como observar una estrella aprender a brillar.

Un agujero negro, antes mudo, empieza a trazar su firma energética en el universo.

Y quizás, pronto, veremos nacer las llamadas “líneas de emisión anchas”,

esas señales químicas que revelan la formación de un disco de acreción completo.


Pero si se trata de un evento de disrupción de marea…

entonces somos testigos de una ejecución cósmica.

Una estrella que se acercó demasiado, y fue hecha jirones por la gravedad.

Una muerte lenta, brillante, extendida en el tiempo como ninguna antes observada.


Lleva más de 1.500 días brillando.

Más tiempo que casi cualquier otro TDE (Evento de Disrupción de Marea).

Pero con un fulgor tenue, como un suspiro prolongado de luz.

Demasiado duradero para ser una supernova.

Demasiado tranquilo para ser una tormenta ordinaria.


Una criatura híbrida.

Una paradoja astronómica.

Un mensaje codificado en ondas electromagnéticas que apenas comenzamos a descifrar.


Lo que sea que esté ocurriendo en SDSS1335+0728…

no es sólo un cambio en una galaxia distante.

Es una oportunidad.


Una invitación a mirar con más atención

esos lugares del cielo que creemos dormidos.

Porque incluso los rincones más callados

pueden contener historias esperando ser contadas.


Historias de luz, de materia…

y de la forma en que el universo transforma lo invisible en visible,

lo improbable en inevitable.


Así, desde la calma de una galaxia olvidada,

algo nos habla.

Y nosotros —por fin— escuchamos.


Referencia: Sánchez-Sáez, P., Hernández-García, L., Bernal, S., Bayo, A., Calistro Rivera, G., Bauer, F. E., Ricci, C., Merloni, A., Graham, M. J., Cartier, R., Arévalo, P., Assef, R. J., Concas, A., Homan, D., Krumpe, M., Lira, P., Malyali, A., Martínez-Aldama, M. L., Muñoz Arancibia, A. M., ... Brightman, S. (2024). SDSS1335+0728: El despertar de un agujero negro de ∼10⁶ M⊙. Astronomy & Astrophysics, 686, A71. https://doi.org/10.1051/0004-6361/202347957


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