El Sol y su caja de colores: Un cuento de luz para descubrir su color verdadero - Cuentos para una noche de Observación pública
Había una vez, en lo alto del cielo,
una estrella brillante llamada Solín.
Solín era muy generoso:
cada mañana despertaba temprano
para regalarle luz a la Tierra.
Pero un día, la pequeña María, una niña curiosa que amaba mirar el cielo, se preguntó:
—¿De qué color es el Sol de verdad?
Algunas veces lo veía amarillo como el plátano,
otras, naranja como una mandarina,
y en los atardeceres, ¡se volvía rojo como una cereza gigante!
—¿Será que el Sol cambia de color como un camaleón? —preguntó María, rascándose la cabeza.
Entonces, una mañana, cuando María miraba por su ventana, algo mágico ocurrió:
¡Una luz dorada se convirtió en una burbuja brillante y la llevó volando hasta el espacio!
Allí, sin atmósfera que lo escondiera, María vio al Sol de frente.
No tenía sombras, ni nubes, ni polvo alrededor.
Y en ese instante, exclamó asombrada:
—¡El Sol… es blanco!
Pero no blanco como la leche, ni como la nieve.
Era un blanco especial…
un blanco que parecía hecho con todos los colores del arcoíris juntos.
El Sol la miró con una sonrisa cálida y le dijo:
—Soy como una caja de lápices de colores abiertos al mismo tiempo.
Mi luz lleva el rojo, el azul, el verde, el violeta… ¡todos a la vez!
Pero en la Tierra, la atmósfera actúa como un filtro.
Ella toma algunos de mis colores y los esparce por el cielo.
—¿Por eso el cielo es azul? —preguntó María.
—Exactamente —dijo Solín—. Cuando mi luz atraviesa el aire, los colores más juguetones, como el azul y el violeta, se dispersan por todas partes.
Y eso cambia cómo me ves desde abajo.
—¡Entonces no te cambias de color! —dijo María—.
Es como si tu voz tuviera muchos tonos… pero la Tierra nos deja escuchar solo algunos.
El Sol brilló aún más, contento con la comparación.
Y justo cuando María iba a preguntarle otra cosa,
la burbuja brillante la llevó suavemente de regreso a casa.
Desde ese día, María ya no se preguntó de qué color era el Sol.
Sabía que, aunque en el cielo pareciera dorado o rojo,
en realidad era blanco de arcoíris escondido.
🌈 Epílogo
Y cada vez que dibujaba un Sol en sus cuadernos,
María ya no usaba solo el color amarillo.
Ahora mezclaba muchos colores,
y con una sonrisa, decía:
—Este es el verdadero Sol…
el que lleva todos los colores en su corazón de luz.
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