Siete vueltas al cielo: Cuando la Luna nos enseñó a contar los días

 



Escucha…

No todos los números suenan igual.


El tres es estable. El cuatro, simétrico. El seis, mecánico.

Pero el siete...

...el siete tiene algo distinto.


No se impone. No se repite como los pares.

El siete… murmura una clave.

Aparece como una pauta escondida en el cielo…

…y sigue ahí, mientras tú respiras.


Mira la Luna. No solo la mires: obsérvala vivir.

Cada siete noches cambia de rostro.


De la oscuridad absoluta…

…a un filo de plata,

luego una perla llena,

y después… vuelve a deshacerse.


Es un ciclo silencioso, que dura casi treinta días.

Cuatro actos. Siete noches cada uno.

La semana no nació de los relojes.

Nació de la Luna.


Y no era solo la Luna.

Siete eran los cuerpos celestes que caminaban por el cielo de los antiguos.


Siete viajeros visibles:

el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus… y Saturno.


A cada uno le dieron un día.

Y así nació la semana.

Una danza entre el cielo y la tierra.

Una agenda escrita con luz.


Los pueblos alzaron piedras.

No por adorno.

Sino para leer el cielo.


Stonehenge…

Chichén Itzá…

Los templos mayas, los zigurats babilónicos…


Todos eran calendarios esculpidos.

Lectores de solsticios.

Centinelas del tiempo solar.


Pero el siete siguió latiendo.

En culturas, en símbolos, en rituales.

Siete cielos.

Siete vueltas sagradas.

Siete colores.

Siete notas.

Siete chakras.

Siete días.


No es solo un número.

Es una resonancia.

Una frecuencia que conecta ciclos, cuerpos y sentidos.


Hoy tenemos relojes atómicos.

Satélites.

Tiempo medido al nanosegundo.


Pero la Luna…

…la Luna sigue regresando cada siete noches.


Y en ese vaivén silencioso,

nos recuerda que el tiempo no solo se cuenta…

…el tiempo, también, se habita.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy interesante