Los pilares de la creación


 

Te encuentras ante la Nebulosa del Águila
En su corazón, los Pilares de la Creación se alzan.
No son nubes de polvo.
Son esculturas cósmicas, talladas por el fuego de estrellas lejanas…
donde el tiempo mismo se convierte en el artesano de soles.

Avanza…
Siente la proporción de estas torres de luz y sombra.
El pilar más grande se yergue a cuatro años luz de altura.
Cuatro años luz… la distancia que la luz recorre, atrapada en la silueta de estas columnas colosales.
Se alzan como dedos fantasmales hacia el vacío,
y en sus vientres sombríos laten soles que aún no han despertado.

En sus cumbres, brota la luz.
Perlas incandescentes, huevos cósmicos que liberan la radiación de estrellas recién nacidas.
En su interior, la gravedad trabaja con paciencia infinita,
comprime hidrógeno…
enciende la chispa lenta de futuras estrellas.

Cada una, algún día…
podría iluminar mundos…
océanos…
quizás ojos que se pregunten por su origen.

Pero no hay calma aquí.
Desde las profundidades, estrellas gigantes lanzan torrentes de radiación ultravioleta…
cuchillas invisibles que laceran la materia de los pilares.
Creación y destrucción…
dos caras de un mismo acto.
El nacimiento de lo nuevo…
y la desintegración de la cuna que lo protege.

A través de la luz visible, los pilares son siluetas oscuras…
Recortadas contra un fuego lejano.
Pero en el infrarrojo, se vuelven fantasmales, translúcidas…
revelando el brillo de cientos de estrellas bebé, agazapadas en su interior.
Es como espiar en la sala de partos de la galaxia.

Dentro de tres millones de años, estos pilares desaparecerán.
Una supernova cercana…
quizás ya los haya barrido.
La noticia de su destrucción todavía viaja hacia nosotros…
a la velocidad de la luz.

Y, sin embargo…
en este instante…
contemplamos la persistencia de la belleza.
Estructuras que sobrevivieron millones de años,
solo para mostrarnos…
el misterio de la creación.

Mira después hacia nuestro pequeño Sol…
Recuerda: él también nació en una cuna así.
Somos descendientes de pilares que ya se desvanecieron.
Y ahora, desde este rincón del cosmos…
observamos a sus herederos con la reverencia y el asombro
de quien sabe que es parte de una historia infinitamente mayor.

En estos pilares no solo se forjan estrellas…
Se forjan metáforas de nuestro propio origen.
Columnas de polvo que un día fueron la cuna de nuestro Sol…
y que hoy nos invitan a mirar arriba
y reconocer que todo lo que somos…
fue alguna vez…
una nube oscura…
esperando a arder.





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